LA SALUD EN TUS MANOS

Por: Ángel Escudero Villanueva, Médico Promotor de la Salud.

Médico Promotor de la Salud, miembro fundador de la Red de Personas Promotoras de la Salud, es también miembro fundador del Instituto de Medicina del Arte del Hospital Quirónsalud Valencia y miembro de la Asociación Valenciana de Justicia Restaurativa. Forma parte del equipo de profesores colaboradores del Máster de Odontopediatría de la UCH-CEU de Valencia.

En  el año 2000 crea la Unidad de Medicina Psicosomática en el hospital Quirónsalud Valencia donde viene desarrollando su actividad asistencial y docente.

En el campo del arte, publica su primera novela titulada Duc in Altum! en el verano de 2003. En 2009 participa junto a destacados especialistas del Grupo Hospitalario Quirón en la elaboración del Diccionario Médico-Sentimental editado por Grupo Hospitalario Quirón y Editorial Alberdi. Escribe junto a María Ángeles Chavarría Factor Emocional, guía para manejar el estrés publicado por la editorial Brief en 2010, así como la novela Porque nadie es perfecto editada en formato digital.

 

¿Por qué es tan importante el manejo constructivo del estrés?

Fue en 1936 cuando Hans Selye en su artículo “A syndrome produced by diverse nocuous agents”, publicado en la revista British Journal Nature, acuñó el término “síndrome general de adaptación” para describir la fisiología del estrés. En sus investigaciones explicaba este proceso diciendo: “El mero hecho de poner nuestro organismo en estado de estrés es capaz de producir en los órganos internos modificaciones morfológicas y funcionales que podrían desembocar, si persisten, en estados patológicos”.

En los años setenta, Robert Ader y Nicholas Cohen (University of Rochester School of Medicine and Dentistry), observaron una disminución en la inmunidad de los astronautas que regresaron de la estación espacial SkyLab tras un viaje de 3 meses en condiciones de estrés.

No fue hasta los años noventa cuando Suzanne Felten (University of Rochester, New York), consiguió con microscopía electrónica fotografiar el contacto físico entre terminaciones nerviosas y células linfocitarias del sistema inmunológico.

Ed Blalock (University of Alabama at Birmingham), estudió el comportamiento de células inmunológicas depositadas en un cultivo donde eran activadas por virus o bacterias. Al añadir ACTH, una hormona que interviene en el estrés, las células inmunitarias se dividían más lentamente y disminuían la producción de anticuerpos. Estos estudios mostraban que el sistema nervioso y el sistema inmunológico hablan el mismo lenguaje químico.

Ronald Glaser y su esposa Janica Kiecolt-Glaser (Ohio State University), diseñaron un estudio comparando el tiempo de cicatrización de heridas producidas en un grupo de personas no sometidas a especiales condiciones de estrés y el tiempo de cicatrización en otro grupo de personas con heridas idénticas al anterior grupo, pero sometidas a estrés crónico. En este experimento vieron que las heridas producidas en el grupo de voluntarios sometidos a estrés crónico necesitaban un 24% más de tiempo para cicatrizar. Quedaba claro que el estrés crónico retrasa también los procesos de cicatrización.

En los últimos años se vienen publicando numerosos estudios que relacionan el estrés crónico con un acortamiento de los telómeros de los cromosomas. Estas estructuras a modo de capuchones en los extremos de los cromosomas se encargan de protegernos del envejecimiento celular. Con el paso del tiempo, estos telómeros van acortándose de forma natural, pero este proceso se ve acelerado por factores estresantes.

Lo que viene diciendo la ciencia en las últimas décadas es que el estrés crónico nos hace perder el equilibrio y la armonía agotando y consumiendo los mecanismos fisiológicos de compensación y adaptación al medio interno y al medio externo hasta que nos “rompemos”.

Para defenderte de los efectos nocivos del estrés crónico, sigue estas recomendaciones:

• Cambia de mentalidad y elige una actitud activa, responsable, participativa y constructiva hacia tu salud.

• Practica actividad física moderada, aeróbica, periódica y si la puedes realizar en contacto con la naturaleza respirando aire puro, mejor.

• Deja de juzgarlo todo. Deja de calificarlo todo. Lo que te estresa no es el estímulo en sí, sino tu interiorización de esa circunstancia, tu interpretación y tu valoración de eso a lo que te enfrentas.

• Deja de estorbarte con esa cascada de pensamientos inútiles y destructivos que solo producen sufrimiento y engaño, y cámbialos por pensamientos útiles, constructivos y alegres porque el ser humano tiende a convertirse en lo que piensa.

• Practica con regularidad técnicas de concentración, de relajación y de meditación.

• Estés donde estés, estés con quién estés y estés haciendo lo que estés haciendo, mantén la mente concentrada y en calma. De esta forma podrás vivir tu vida recuperando la paz interior.

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